Letra de A Ti - Amancio Prada
Letra de canci�n de A Ti de Amancio Prada lyrics
La floresta que clava en el sol una lanza,
Las promesas perdidas ya sin esperanza,
La paloma asustada que el halc�n alcanza.
Los diamantes esquivan la p�lida roca,
En la calle los ojos se comen tu boca,
El asfalto que pisas, mi voz que tu tocas.
Los amantes ardiendo abrazados a un lirio,
Esas curvas fatales que causan delirio
Y los fieros conversos que van al martirio.
El vientre del ahorcado que tensa la soga,
Los vestidos de tul en pat�ticas bodas,
Suerte a los emigrantes que tienen tan poca.
El futuro en las manos que lee la gitana,
Baudelaire y Shakespeare en la senda profana,
Los caballos heridos en plena batalla.
Un taller sumergido con mil costureras,
Una cama que tiene al sol de cabecera,
El cat�n de la vida, una p�gina entera.
Los violines que lloran las ruinas futuras
Esa venta de entra�as, la telebasura.
Una hoguera y el viento para las cerraduras.
Una mano que salve a los ni�os fam�licos,
Decisi�n para inflar el pulm�n de los t�sicos,
Libres para incordiar el ardor patriochico.
El arroyo que canta sin tregua hasta el puerto,
https://www.coveralia.com/letras/a-ti-amancio-prada.php
Moribundo aquel perro, y aquel padre enfermo,
Las mujeres que han muerto sin tener un sue�o.
Los cabellos ya blancos que piden caricias,
La voz de la conciencia despu�s de la misa,
La mirada del ni�o que canta a la brisa.
La armon�a del cosmos, la luz de los cielos,
El lugar de la cita. un gui�o bajo el velo,
Tu man�a apostando siempre al color negro.
Las puertas de socorro, rampas celestiales,
Los tristes solitarios de las capitales,
Viudas que bajo el velo pierden sus cabales.
La autov�a impotente bajo la metralla,
La emoci�n de los pechos que lucen medallas,
Tantos desertores de su propia batalla.
La pobreza guardada en cajita de cedro,
Aquel lobo herido que muere en silencio,
El canto del gallo y el no de San Pedro.
Corazones rotos entrando al quir�fano
Esos hombres de bien que rompieron el �tomo
El dinero que es Dios y que no tiene patria
Y adem�s este tedio que nos agarrota.
Es tremendo, mi amor, somos la misma cosa
Esperando la mano del �ngel, con la �ltima rosa.
Las promesas perdidas ya sin esperanza,
La paloma asustada que el halc�n alcanza.
Los diamantes esquivan la p�lida roca,
En la calle los ojos se comen tu boca,
El asfalto que pisas, mi voz que tu tocas.
Los amantes ardiendo abrazados a un lirio,
Esas curvas fatales que causan delirio
Y los fieros conversos que van al martirio.
El vientre del ahorcado que tensa la soga,
Los vestidos de tul en pat�ticas bodas,
Suerte a los emigrantes que tienen tan poca.
El futuro en las manos que lee la gitana,
Baudelaire y Shakespeare en la senda profana,
Los caballos heridos en plena batalla.
Un taller sumergido con mil costureras,
Una cama que tiene al sol de cabecera,
El cat�n de la vida, una p�gina entera.
Los violines que lloran las ruinas futuras
Esa venta de entra�as, la telebasura.
Una hoguera y el viento para las cerraduras.
Una mano que salve a los ni�os fam�licos,
Decisi�n para inflar el pulm�n de los t�sicos,
Libres para incordiar el ardor patriochico.
El arroyo que canta sin tregua hasta el puerto,
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Moribundo aquel perro, y aquel padre enfermo,
Las mujeres que han muerto sin tener un sue�o.
Los cabellos ya blancos que piden caricias,
La voz de la conciencia despu�s de la misa,
La mirada del ni�o que canta a la brisa.
La armon�a del cosmos, la luz de los cielos,
El lugar de la cita. un gui�o bajo el velo,
Tu man�a apostando siempre al color negro.
Las puertas de socorro, rampas celestiales,
Los tristes solitarios de las capitales,
Viudas que bajo el velo pierden sus cabales.
La autov�a impotente bajo la metralla,
La emoci�n de los pechos que lucen medallas,
Tantos desertores de su propia batalla.
La pobreza guardada en cajita de cedro,
Aquel lobo herido que muere en silencio,
El canto del gallo y el no de San Pedro.
Corazones rotos entrando al quir�fano
Esos hombres de bien que rompieron el �tomo
El dinero que es Dios y que no tiene patria
Y adem�s este tedio que nos agarrota.
Es tremendo, mi amor, somos la misma cosa
Esperando la mano del �ngel, con la �ltima rosa.