Letra de Que Se Llama Soledad - Sabina Y Cia
Letra de canci�n de Que Se Llama Soledad de Sabina Y Cia lyrics
Algunas veces vuelo
y otras veces
me arrastro demasiado a ras del suelo,
algunas madrugadas me desvelo
y ando como un gato en celo
patrullando la ciudad
en busca de una gatita,
en esa hora maldita
en que los bares a punto est�n de cerrar,
cuando el alma necesita
un cuerpo que acariciar.
Algunas veces vivo
y otras veces
la vida se me va con lo que escribo;
algunas veces busco un adjetivo
inspirado y posesivo
que te ara�e el coraz�n;
luego arrojo mi mensaje,
se lo lleva de equipaje
una botella�, al mar de tu incomprensi�n.
No quiero hacerte chantaje,
s�lo quiero regalarte una canci�n.
https://www.coveralia.com/letras/que-se-llama-soledad-sabina-y-cia.php
Y algunas veces suelo recostar
mi cabeza en el hombro de la luna
y le hablo de esa amante inoportuna
que se llama soledad.
Algunas veces gano
y otras veces
pongo un circo y me crecen los enanos;
algunas veces doy con un gusano
en la fruta del manzano
prohibido del padre Ad�n;
o duermo y dejo la puerta
de mi habitaci�n abierta
por si acaso se te ocurre regresar;
m�s raro fue aquel verano
que no par� de nevar.
Y algunas veces suelo recostar
mi cabeza en el hombro de la luna
y le hablo de esa amante inoportuna
que se llama soledad.
y otras veces
me arrastro demasiado a ras del suelo,
algunas madrugadas me desvelo
y ando como un gato en celo
patrullando la ciudad
en busca de una gatita,
en esa hora maldita
en que los bares a punto est�n de cerrar,
cuando el alma necesita
un cuerpo que acariciar.
Algunas veces vivo
y otras veces
la vida se me va con lo que escribo;
algunas veces busco un adjetivo
inspirado y posesivo
que te ara�e el coraz�n;
luego arrojo mi mensaje,
se lo lleva de equipaje
una botella�, al mar de tu incomprensi�n.
No quiero hacerte chantaje,
s�lo quiero regalarte una canci�n.
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Y algunas veces suelo recostar
mi cabeza en el hombro de la luna
y le hablo de esa amante inoportuna
que se llama soledad.
Algunas veces gano
y otras veces
pongo un circo y me crecen los enanos;
algunas veces doy con un gusano
en la fruta del manzano
prohibido del padre Ad�n;
o duermo y dejo la puerta
de mi habitaci�n abierta
por si acaso se te ocurre regresar;
m�s raro fue aquel verano
que no par� de nevar.
Y algunas veces suelo recostar
mi cabeza en el hombro de la luna
y le hablo de esa amante inoportuna
que se llama soledad.