Letra de Guitarra Negra - Alfredo Zitarrosa
Letra de canci�n de Guitarra Negra de Alfredo Zitarrosa lyrics
Introducci�n
C�mo har� para tomarte en mis adentros, guitarra... C�mo har� para que
sientas mi torpe amor, mis ganas de sonarte entera y m�a... C�mo se
toca tu carne de aire, tu oloroso tacto, tu coraz�n sin hambre, tu
silencio en el puente, tu cuerda quinta, tu bord�n macho y oscuro, tus
parientes cantores, tus tres almas, conversadoras como ni�as... C�mo
se puede amarte sin dolor, sin apuro, sin testigos, sin manos que te
ofendan... C�mo traspasarte mis hombres y mujeres bien queridos,
guitarra; mis amores ajenos, mi certeza de amarte como pocos... C�mo
entregarte todos esos nombres y esa sangre, sin inundar tu coraz�n de
sombras, de temblores y muerte, de ceniza, de soledad y rabia, de
silencio, de l�grimas idiotas...
Allanamiento
Hoy anduvo la muerte buscando entre mis libros alguna cosa... Hoy por
la tarde anduvo, entre papeles, averiguando c�mo he sido, c�mo ha sido
mi vida, cu�nto tiempo perd�, c�mo escrib�a cuando hab�a verduleros
que ven�an de las quintas, cuando ten�a dos novias, un lindo jopo, dos
pares de zapatos, cuando no hab�a televisi�n, ese mundo a los pies,
violento, imb�cil, abrumador, esa novela canallesca escrita por un
loco... Hoy anduvo la muerte entre mis libros buscando mi pasado,
buscando los veranos del 40, los muchachitos bajo la manguera, las
siestas clandestinas, los pl�tanos del barrio, asesinados, tallados en
el alma... Hoy anduvo la muerte revisando mi abono del tranv�a, mis
amigos, sus nombres, las noches del Caf� Montevideo, las encomiendas
por la Onda con olor a estofado, revisando a mi padre, su Berreta, su
Baldomir, revisando a mi madre, su hemiplejia, al Uruguay batllista, a
Ar�stides querido, a mis anarcos queridos bajo bandera, bajo mortaja,
bajo vinos y versos interminables... Hoy anduvo la muerte revisando
los ruidos del tel�fono, distintos bajo los dedos �ndices, las fotos,
el term�metro, los muertos y los vivos, los p�lidos fantasmas que me
habitan, sus pies y manos m�ltiples, sus ojos y sus dientes, bajo
sospecha de subversi�n... Y no hall� nada... No pudo hallar a Batlle,
ni a mi padre, ni a mi madre, ni a Marx, ni a Ar�stides, ni a Lenin,
ni al Pr�ncipe Kropotkin, ni al Uruguay ni a nadie... ni a los muertos
Fern�ndez m�s recientes... A m� tampoco me encontr�... Yo hab�a tomado
un �mnibus al Cerro e iba sentado al lado de la vida... Pas� frente al
Nocturno y la vida hab�a pintado unos carteles... Pregunt� en una
esquina por la hora, y en la bolsa del hombre que me dijo la hora iba
la vida, junto con su almuerzo... Hoy dejar� las puertas y las
ventanas de mi casa abiertas... y la noche entrar� por todas las
ventanas de mi casa, por todas las ventanas de todo el barrio, por
todas las ventanas de todos los cuarteles y de todas las c�rceles, por
todas las ventanas de los hospitales... la noche entrar�, cabeceando,
saltar� para adentro, sombra a sombra a la luz del farol... y se
echar� en el piso como un perro... y aguardar� hasta la madrugada...
Hoy... dejar� las puertas y las ventanas de mi casa, abiertas, para
siempre...
La casa
... Mi coraz�n est� mejor sitiado que mi casa... mi casa, m�s cercada
que mi barrio... mi barrio, cercado por mi Pueblo... En mi barrio vive
el Presidente, cercado por un muro casi derrumbado...
Uruguay for export
Temblando, con el frontal partido por el marr�n, por el marronero, cae
sobre sus costillas, pesada como un mundo, la res... Cae con
estr�pito, de bruces sobre el cemento... balando al descuajarse su
osamenta, ya s�lo un pobre costillar enorme, ya s�lo un pobre cuero y
sangre, media tonelada de huesos astillados, hincados en toda esa vida
temblorosa y at�nita... Ah� se va alzando, como un pesado pingajo,
atrapada por la pata por un gancho que le salta arriba, que la alza
por un ojal abierto en el garr�n de un cuchillazo en plena estupidez
sentimental, en plena media tonelada de monstruoso dolor,
incomprensible, absurdo, balando, pla�idera y tonta, como un
escarabajo que no piensa, mientras medita lentamente por qu� duele
tanto y por qu� duele qu� parte de qui�n que es ella misma, la res,
abierta al descuartizamiento atroz por todas partes, que nunca hab�an
dolido y que eran tantas partes, tan extensas... y que pastando nunca
hab�an dolido... haciendo leche, esperma, m�sculos, crin y cuero y
cornamenta viva, que eran la vida misma manando hacia sus adentros,
vibrando tiernamente como un sol c�lido hacia sus adentros... y nunca
hab�an dolido... Ya est� colgada... Las patas delanteras se enderezan,
se endurecen y avanzan hacia adelante y hacia arriba, implorantes y
fatalmente r�gidas, rematadas en cortas pezu�as que hace un instante
amasaban el barro del corral, el esti�rcol de otros cien balidos,
dinosaurios del siglo de las m�quinas, nacidos para morir de un
marronazo... Ahora ya es carne azul colgada en la heladera: "Uruguay
for export"... Aquella res, que muri� de un marronazo, cay� y tembl�
todo el frigor�fico... Aquella otra res que recibi� el marronazo en
plena frente, de dos dedos de espesor, mientras entraba al tubo
desconfiando porque all� no hab�a pasto, alcanz� a comprender que
hab�a otra res delante, balando, que ya se la llevaba el gancho... y
cay� detr�s, tambi�n, y el cemento tembl� bajo esos huesos... Aquella
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otra res, que esquiv� el marronazo y que cay� tambi�n, con un ojo
reventado y una guampa partida, deshecha, tambi�n cay� y tembl� la
tierra, tembl� el marr�n, tembl� el marronero; la res, muri� temblando
de dolor y de miedo... de un marronazo en plena frente "for export"
del Uruguay...
Flor show (por vals)
En la punta del agua... una flor blanca, luminosa, de quince d�lares,
se hace chispa, se abulta, se diluye, chorrea entre otras flores m�s
peque�as, llora, se agita, la catapulta el chorro de agua y sube como
bola en el aire... Est� naciendo siempre, mientras el agua canta en
esa fuente de la bo�te... Entre aplausitos, al comp�s de la orquesta,
blanda flor blanca, acuosa, nostalgiosa en el aire... subida en los
aplausos como espitada, hendida, empitonada... gime y llora en la
noche, tira estrellas bailando bajo el humo, renace, llora por el
chorro azul-blanco de la fuente como si fuera planta que la cr�a -y
que no es-... y sin embargo, as� seguir� abri�ndose, muriendo,
hinch�ndose y flotando, mientras duren la noche, su belleza infantil
de ingenier�a, su blando coraz�n bajo el foquillo fijo y lechoso... el
gringo, el chorro de agua a precio, el aire de importaci�n, esas
hembras, el mozo, esos se�ores...
Mis alas
... Hace un buen rato ya que doy trabajo y vengo acostumbr�ndome al
desuso de mi alma, a la raz�n del enemigo, a mis sesenta cigarrillos
diarios, a las malas costumbres de mis canciones, que de alg�n modo
siempre fueron nuestras, vos lo sab�s, Guitarra Negra... Hoy reanudo
en un c�mico enderezo la hora de ayer parada en su nostalgia? Me hacen
sufrir las alas que me puse para volar, mas grito y se alzan, gimo y
me acompa�an, r�o y baten de a dos, como que est�n am�ndose y se odian
sin embargo mis dos alas... se odian, se enderezan, se hacen amigas
m�as para llevarme por todas partes: all� est� la canci�n, aqu� la
nada... m�s all� el Pueblo y m�s ac� el Amor... Pero el Pueblo est�
tambi�n m�s ac�... y antes estaba all� tambi�n, detr�s del Pueblo el
Pueblo... Hemos viajado por todos mis caprichos y el Pueblo osando
(sic) el piso, am�ndose con alas como las m�as... odiando su destino,
odi�ndome y am�ndome sin alas, con millones de pies, con manos y
cabezas y lenguas... y sus mil bocas dicen: "ahora, la suerte ya est�
echada..."
La mariposa
La mariposa viene hacia m� en la calle, en el aire h�medo, por el aire
h�medo bailando, por el aire agobiante, ominoso, bailando en el aire
caliente... y yo vi que no era a m� a quien buscaba sino a la
muerte... y que no buscaba la muerte tambi�n vi, porque no era
mariposa de la ciudad de hierro, ni nacida para eso... sino que era
mariposa nada m�s, en la ciudad, presa y ya muerta de antemano,
fatalmente... buscando en ese bailar loco y fr�gil un ala, un grano,
una pizca de polen en el cemento... Porque la mariposa nace y no
aprende nada hasta que muere en cualquier sitio, herida de muerte por
su semana justa, por su tiempo preciso, por su sorbito de vida ya
bebida... Eso no es tan triste... triste es ver su cadena de huevos en
el holl�n, depositados junto a un r�o de aceite, a la sombra de las
altas paredes de cemento... Su cadena de huevos de seda...
Hago falta
Hago falta... yo siento que la vida se agita nerviosa si no
comparezco, si no estoy... Siento que hay un sitio para m� en la fila,
que se ve ese vac�o, que hay una respiraci�n que falta, que defraudo
una espera... Siento la tristeza o la ira inexpresada del compa�ero,
el amor del que me aguarda lastimado... falta mi cara en la gr�fica
del Pueblo, mi voz en la consigna, en el canto, en la pasi�n de andar,
mis piernas en la marcha, mis zapatos hollando el polvo... los ojos
m�os en la contemplaci�n del ma�ana... mis manos en la bandera, en el
martillo, en la guitarra, mi lengua en el idioma de todos, el gesto de
mi cara en la honda preocupaci�n de mis hermanos.
Exhortaci�n y prop�sitos
C�mo har� para tomarte en mis adentros, guitarra, guitarra negra...
Dice Enrique, mi hermano, que hay cierto perro hundido que se lame
mansamente y nos lame, lami�ndose, una herida quieta all� al fondo,
sentado en su escal�n... Y dice m�s mi hermano el otro Enrique, en
Praga: dice que amarte con certeza, hacerte enteramente hembra, darte
lo que de vida tengan mis urgencias, ser� amar m�s y m�s a Jaime;
amarlo, m�s de veras... por su alma, su propio perro mordedor bajo el
garrote, el cable, el pu�etazo, la bolsa de arpillera, el plant�n y el
insulto... la olvidada mejilla que no ponen ni �l ni nadie a
golpear... sino con hambre y Rita y Jos� Luis, por Gerardo y Ra�l y
Rosa y Sara y Mauricio... y por todos nuestros muertos... Y he sabido,
guitarra, que este otro perro que criaste, ladrador, campesino, a
veces manso o vigilante, que roe su propio hueso en la penumbra y
gru�e... cual casi todo perro popular, vagar� por tus anchas veredas,
tus milongas sangrantes... hasta morir tambi�n... tal vez un d�a... de
soledad y rabia... de ternura... o de alg�n violento amor; de amor...
sin duda.
C�mo har� para tomarte en mis adentros, guitarra... C�mo har� para que
sientas mi torpe amor, mis ganas de sonarte entera y m�a... C�mo se
toca tu carne de aire, tu oloroso tacto, tu coraz�n sin hambre, tu
silencio en el puente, tu cuerda quinta, tu bord�n macho y oscuro, tus
parientes cantores, tus tres almas, conversadoras como ni�as... C�mo
se puede amarte sin dolor, sin apuro, sin testigos, sin manos que te
ofendan... C�mo traspasarte mis hombres y mujeres bien queridos,
guitarra; mis amores ajenos, mi certeza de amarte como pocos... C�mo
entregarte todos esos nombres y esa sangre, sin inundar tu coraz�n de
sombras, de temblores y muerte, de ceniza, de soledad y rabia, de
silencio, de l�grimas idiotas...
Allanamiento
Hoy anduvo la muerte buscando entre mis libros alguna cosa... Hoy por
la tarde anduvo, entre papeles, averiguando c�mo he sido, c�mo ha sido
mi vida, cu�nto tiempo perd�, c�mo escrib�a cuando hab�a verduleros
que ven�an de las quintas, cuando ten�a dos novias, un lindo jopo, dos
pares de zapatos, cuando no hab�a televisi�n, ese mundo a los pies,
violento, imb�cil, abrumador, esa novela canallesca escrita por un
loco... Hoy anduvo la muerte entre mis libros buscando mi pasado,
buscando los veranos del 40, los muchachitos bajo la manguera, las
siestas clandestinas, los pl�tanos del barrio, asesinados, tallados en
el alma... Hoy anduvo la muerte revisando mi abono del tranv�a, mis
amigos, sus nombres, las noches del Caf� Montevideo, las encomiendas
por la Onda con olor a estofado, revisando a mi padre, su Berreta, su
Baldomir, revisando a mi madre, su hemiplejia, al Uruguay batllista, a
Ar�stides querido, a mis anarcos queridos bajo bandera, bajo mortaja,
bajo vinos y versos interminables... Hoy anduvo la muerte revisando
los ruidos del tel�fono, distintos bajo los dedos �ndices, las fotos,
el term�metro, los muertos y los vivos, los p�lidos fantasmas que me
habitan, sus pies y manos m�ltiples, sus ojos y sus dientes, bajo
sospecha de subversi�n... Y no hall� nada... No pudo hallar a Batlle,
ni a mi padre, ni a mi madre, ni a Marx, ni a Ar�stides, ni a Lenin,
ni al Pr�ncipe Kropotkin, ni al Uruguay ni a nadie... ni a los muertos
Fern�ndez m�s recientes... A m� tampoco me encontr�... Yo hab�a tomado
un �mnibus al Cerro e iba sentado al lado de la vida... Pas� frente al
Nocturno y la vida hab�a pintado unos carteles... Pregunt� en una
esquina por la hora, y en la bolsa del hombre que me dijo la hora iba
la vida, junto con su almuerzo... Hoy dejar� las puertas y las
ventanas de mi casa abiertas... y la noche entrar� por todas las
ventanas de mi casa, por todas las ventanas de todo el barrio, por
todas las ventanas de todos los cuarteles y de todas las c�rceles, por
todas las ventanas de los hospitales... la noche entrar�, cabeceando,
saltar� para adentro, sombra a sombra a la luz del farol... y se
echar� en el piso como un perro... y aguardar� hasta la madrugada...
Hoy... dejar� las puertas y las ventanas de mi casa, abiertas, para
siempre...
La casa
... Mi coraz�n est� mejor sitiado que mi casa... mi casa, m�s cercada
que mi barrio... mi barrio, cercado por mi Pueblo... En mi barrio vive
el Presidente, cercado por un muro casi derrumbado...
Uruguay for export
Temblando, con el frontal partido por el marr�n, por el marronero, cae
sobre sus costillas, pesada como un mundo, la res... Cae con
estr�pito, de bruces sobre el cemento... balando al descuajarse su
osamenta, ya s�lo un pobre costillar enorme, ya s�lo un pobre cuero y
sangre, media tonelada de huesos astillados, hincados en toda esa vida
temblorosa y at�nita... Ah� se va alzando, como un pesado pingajo,
atrapada por la pata por un gancho que le salta arriba, que la alza
por un ojal abierto en el garr�n de un cuchillazo en plena estupidez
sentimental, en plena media tonelada de monstruoso dolor,
incomprensible, absurdo, balando, pla�idera y tonta, como un
escarabajo que no piensa, mientras medita lentamente por qu� duele
tanto y por qu� duele qu� parte de qui�n que es ella misma, la res,
abierta al descuartizamiento atroz por todas partes, que nunca hab�an
dolido y que eran tantas partes, tan extensas... y que pastando nunca
hab�an dolido... haciendo leche, esperma, m�sculos, crin y cuero y
cornamenta viva, que eran la vida misma manando hacia sus adentros,
vibrando tiernamente como un sol c�lido hacia sus adentros... y nunca
hab�an dolido... Ya est� colgada... Las patas delanteras se enderezan,
se endurecen y avanzan hacia adelante y hacia arriba, implorantes y
fatalmente r�gidas, rematadas en cortas pezu�as que hace un instante
amasaban el barro del corral, el esti�rcol de otros cien balidos,
dinosaurios del siglo de las m�quinas, nacidos para morir de un
marronazo... Ahora ya es carne azul colgada en la heladera: "Uruguay
for export"... Aquella res, que muri� de un marronazo, cay� y tembl�
todo el frigor�fico... Aquella otra res que recibi� el marronazo en
plena frente, de dos dedos de espesor, mientras entraba al tubo
desconfiando porque all� no hab�a pasto, alcanz� a comprender que
hab�a otra res delante, balando, que ya se la llevaba el gancho... y
cay� detr�s, tambi�n, y el cemento tembl� bajo esos huesos... Aquella
https://www.coveralia.com/letras/guitarra-negra-alfredo-zitarrosa.php
otra res, que esquiv� el marronazo y que cay� tambi�n, con un ojo
reventado y una guampa partida, deshecha, tambi�n cay� y tembl� la
tierra, tembl� el marr�n, tembl� el marronero; la res, muri� temblando
de dolor y de miedo... de un marronazo en plena frente "for export"
del Uruguay...
Flor show (por vals)
En la punta del agua... una flor blanca, luminosa, de quince d�lares,
se hace chispa, se abulta, se diluye, chorrea entre otras flores m�s
peque�as, llora, se agita, la catapulta el chorro de agua y sube como
bola en el aire... Est� naciendo siempre, mientras el agua canta en
esa fuente de la bo�te... Entre aplausitos, al comp�s de la orquesta,
blanda flor blanca, acuosa, nostalgiosa en el aire... subida en los
aplausos como espitada, hendida, empitonada... gime y llora en la
noche, tira estrellas bailando bajo el humo, renace, llora por el
chorro azul-blanco de la fuente como si fuera planta que la cr�a -y
que no es-... y sin embargo, as� seguir� abri�ndose, muriendo,
hinch�ndose y flotando, mientras duren la noche, su belleza infantil
de ingenier�a, su blando coraz�n bajo el foquillo fijo y lechoso... el
gringo, el chorro de agua a precio, el aire de importaci�n, esas
hembras, el mozo, esos se�ores...
Mis alas
... Hace un buen rato ya que doy trabajo y vengo acostumbr�ndome al
desuso de mi alma, a la raz�n del enemigo, a mis sesenta cigarrillos
diarios, a las malas costumbres de mis canciones, que de alg�n modo
siempre fueron nuestras, vos lo sab�s, Guitarra Negra... Hoy reanudo
en un c�mico enderezo la hora de ayer parada en su nostalgia? Me hacen
sufrir las alas que me puse para volar, mas grito y se alzan, gimo y
me acompa�an, r�o y baten de a dos, como que est�n am�ndose y se odian
sin embargo mis dos alas... se odian, se enderezan, se hacen amigas
m�as para llevarme por todas partes: all� est� la canci�n, aqu� la
nada... m�s all� el Pueblo y m�s ac� el Amor... Pero el Pueblo est�
tambi�n m�s ac�... y antes estaba all� tambi�n, detr�s del Pueblo el
Pueblo... Hemos viajado por todos mis caprichos y el Pueblo osando
(sic) el piso, am�ndose con alas como las m�as... odiando su destino,
odi�ndome y am�ndome sin alas, con millones de pies, con manos y
cabezas y lenguas... y sus mil bocas dicen: "ahora, la suerte ya est�
echada..."
La mariposa
La mariposa viene hacia m� en la calle, en el aire h�medo, por el aire
h�medo bailando, por el aire agobiante, ominoso, bailando en el aire
caliente... y yo vi que no era a m� a quien buscaba sino a la
muerte... y que no buscaba la muerte tambi�n vi, porque no era
mariposa de la ciudad de hierro, ni nacida para eso... sino que era
mariposa nada m�s, en la ciudad, presa y ya muerta de antemano,
fatalmente... buscando en ese bailar loco y fr�gil un ala, un grano,
una pizca de polen en el cemento... Porque la mariposa nace y no
aprende nada hasta que muere en cualquier sitio, herida de muerte por
su semana justa, por su tiempo preciso, por su sorbito de vida ya
bebida... Eso no es tan triste... triste es ver su cadena de huevos en
el holl�n, depositados junto a un r�o de aceite, a la sombra de las
altas paredes de cemento... Su cadena de huevos de seda...
Hago falta
Hago falta... yo siento que la vida se agita nerviosa si no
comparezco, si no estoy... Siento que hay un sitio para m� en la fila,
que se ve ese vac�o, que hay una respiraci�n que falta, que defraudo
una espera... Siento la tristeza o la ira inexpresada del compa�ero,
el amor del que me aguarda lastimado... falta mi cara en la gr�fica
del Pueblo, mi voz en la consigna, en el canto, en la pasi�n de andar,
mis piernas en la marcha, mis zapatos hollando el polvo... los ojos
m�os en la contemplaci�n del ma�ana... mis manos en la bandera, en el
martillo, en la guitarra, mi lengua en el idioma de todos, el gesto de
mi cara en la honda preocupaci�n de mis hermanos.
Exhortaci�n y prop�sitos
C�mo har� para tomarte en mis adentros, guitarra, guitarra negra...
Dice Enrique, mi hermano, que hay cierto perro hundido que se lame
mansamente y nos lame, lami�ndose, una herida quieta all� al fondo,
sentado en su escal�n... Y dice m�s mi hermano el otro Enrique, en
Praga: dice que amarte con certeza, hacerte enteramente hembra, darte
lo que de vida tengan mis urgencias, ser� amar m�s y m�s a Jaime;
amarlo, m�s de veras... por su alma, su propio perro mordedor bajo el
garrote, el cable, el pu�etazo, la bolsa de arpillera, el plant�n y el
insulto... la olvidada mejilla que no ponen ni �l ni nadie a
golpear... sino con hambre y Rita y Jos� Luis, por Gerardo y Ra�l y
Rosa y Sara y Mauricio... y por todos nuestros muertos... Y he sabido,
guitarra, que este otro perro que criaste, ladrador, campesino, a
veces manso o vigilante, que roe su propio hueso en la penumbra y
gru�e... cual casi todo perro popular, vagar� por tus anchas veredas,
tus milongas sangrantes... hasta morir tambi�n... tal vez un d�a... de
soledad y rabia... de ternura... o de alg�n violento amor; de amor...
sin duda.