Letra de Hay Un Ni�o En Cada Hombre - Alberto Cortez
Letra de canci�n de Hay Un Ni�o En Cada Hombre de Alberto Cortez lyrics
Hay un ni�o en cada hombre,
si no se quiere perderlo
y es �l, quien siempre se asoma
al balc�n de los consuelos,
quien nos devuelve los a�os
de ni�o de carne y huesos,
esos a�os de la infancia,
esos a�os de los sue�os.
A ese ni�o en cada hombre,
que todav�a conservo,
yo quiero decirle cosas
que a mis amigos no puedo,
hablarle pausadamente,
como si fuera un abuelo,
de las piedras del camino,
de lo malo y de lo bueno.
Quiero decirle, que andando
me he encontrado sin quererlo,
con seres que s�lo hablan
el lenguaje de los cuervos,
que no les importa nada
m�s que su vientre y su sexo
y que son burla y el desprecio.
Quiero decirle a mi ni�o,
que no se quede con ellos,
ni tampoco con los otros
que est�n en el otro extremo,
a la espera de un milagro
sin hacer nada por ello
y que bajan la cabeza
al azote de los vientos,
con m�s temor que prudencia,
con menos asco que miedo.
Expertos en calcetines
https://www.coveralia.com/letras/hay-un-nino-en-cada-hombre-alberto-cortez.php
aunque lleven agujeros,
que ni siquiera se atreven
a mirarse en un espejo.
Consumidores mediocres,
por los cielos de los cielos,
de la carrera asustada
de las liebres y los ciervos.
Quiero decirle a mi ni�o
que no se quede con ellos.
Porque hay otros seres
que son amigos del viento,
que ni conocen siquiera
el lenguaje de los cuervos
y que siguen adelante
como los buenos recuerdos.
Quiero decirle a mi ni�o,
que debe ser como ellos.
(nana)
No te duermas ni�o,
no te duermas, no,
yo te necesito
en mi coraz�n.
Hay un ni�o en cada hombre
si no se quiere perderlo
y es �l quien siempre se asoma
al balc�n de los consuelos.
Hay un ni�o en cada hombre,
que todav�a conservo,
y a quien yo le digo cosas
como si fuera un abuelo,
y es �l quien, al fin y al cabo,
me va mostrando el sendero.
si no se quiere perderlo
y es �l, quien siempre se asoma
al balc�n de los consuelos,
quien nos devuelve los a�os
de ni�o de carne y huesos,
esos a�os de la infancia,
esos a�os de los sue�os.
A ese ni�o en cada hombre,
que todav�a conservo,
yo quiero decirle cosas
que a mis amigos no puedo,
hablarle pausadamente,
como si fuera un abuelo,
de las piedras del camino,
de lo malo y de lo bueno.
Quiero decirle, que andando
me he encontrado sin quererlo,
con seres que s�lo hablan
el lenguaje de los cuervos,
que no les importa nada
m�s que su vientre y su sexo
y que son burla y el desprecio.
Quiero decirle a mi ni�o,
que no se quede con ellos,
ni tampoco con los otros
que est�n en el otro extremo,
a la espera de un milagro
sin hacer nada por ello
y que bajan la cabeza
al azote de los vientos,
con m�s temor que prudencia,
con menos asco que miedo.
Expertos en calcetines
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aunque lleven agujeros,
que ni siquiera se atreven
a mirarse en un espejo.
Consumidores mediocres,
por los cielos de los cielos,
de la carrera asustada
de las liebres y los ciervos.
Quiero decirle a mi ni�o
que no se quede con ellos.
Porque hay otros seres
que son amigos del viento,
que ni conocen siquiera
el lenguaje de los cuervos
y que siguen adelante
como los buenos recuerdos.
Quiero decirle a mi ni�o,
que debe ser como ellos.
(nana)
No te duermas ni�o,
no te duermas, no,
yo te necesito
en mi coraz�n.
Hay un ni�o en cada hombre
si no se quiere perderlo
y es �l quien siempre se asoma
al balc�n de los consuelos.
Hay un ni�o en cada hombre,
que todav�a conservo,
y a quien yo le digo cosas
como si fuera un abuelo,
y es �l quien, al fin y al cabo,
me va mostrando el sendero.